Es menester reconocer como docente nuestras fortalezas y deficiencias formativas; esto ha sido, es y será necesario, ya que a través de nuestra práctica docente nos hemos percatado de ello; sin embargo, no reconocerlo, sería un error que podríamos lamentar después, tal y como hoy nos está pasando. Los años han podido corroborar que muchos de nosotros a lo largo de nuestra experiencia hemos sufrido la ausencia sistemática de un proceso de formación y actualización que fuese acorde a las necesidades reales de la práctica de campo, y que de alguna manera se clasificaran, para adecuarlas a las necesidades que cada docente tuviese. Es decir, romper la estructura paradigmática de la homogeneidad y dar lugar a la heterogeneidad de los procesos de integración académica, tal es el propósito de diferenciar los cinco perfiles del Docente que se pretende integrar, ya que en la medida que los ubiquemos, seremos capaces de identificar las necesidades de cada Profesor. Los cuales a continuación enlisto:

 

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Es decir, en dado caso que existiese un conjunto de leyes que entren en contradicción con el bienestar humano y no obviando en lo más mínimo, el análisis y la reflexión sobre el derecho positivo e institucionalizado, que en cierto momento, pudiera ser un obstáculo al progreso social y educativo de México, debemos, en lo último de los casos, considerar, que lo que es más importante como docentes, es el bienestar social. Y ese siempre será nuestro valuarte como profesionistas preocupados por los derechos fundamentales de los niños y los adolescentes. A la sazón, la forma en que deberá ser confrontado, sería indudablemente basado en una argumentación que este dentro de los límites jurídicos al que se pertenezca. Esto nos llevaría a entender, indudablemente, que las formas en que deben trasmitirse los conocimientos a nuestros alumnos, deben apegarse conforme a derecho y es bajo esta perspectiva una necesidad, el conocer y difundir entre los ciudadanos una cultura jurídica, donde los límites de acción de la voluntad del hombre este determinado por el sistema jurídico en el que nos desenvolvemos.

 

Estos cinco perfiles, determinan en mucho las capacidades de los profesores y permite identificar las ausencias de los mismos; es decir, existen profesores que tienen uno, dos o tres perfiles integrados, pero desconocen los otros, en términos generales, será necesario formarlo en los ausentes y actualizarlo en lo ya incorporados. Presuponiendo que ésta incorporación y actualización deberá ser indudablemente impartida por personal profesional y especialista en las áreas disciplinarias pertinentes. Y sería, indudablemente, una pérdida de tiempo y recursos, establecer cursos, talleres, diplomados o especialidades con profesionistas que ya tienen incorporadas dichas áreas de conocimiento.

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De ahí la importancia de entender que la formación es un proceso de conformación de saberes propios de las áreas de desempeño profesional y éstas son determinadas por las normales superiores o las universidades a través de su descentralización curricular, mientras que la capacitación es propio de las empresas o las Secretarías de Estado conforme a las necesidades de producción o de conformación de una línea profesional de trabajo, de tal forma que la actualización sea tan solo un proceso que solo debe competirle al profesional en sí, ya que es su obligación buscar todo tipo de información que amplíe su bagaje cultural en las áreas propias de su desarrollo profesional y humano. He ahí el porque dividir la capacitación del Docente, no así su formación, ni su actualización. Y si es una necesidad la formación o la actualización por deficiencias de las instituciones que lo formaron o por negligencia del mismo profesional al no buscar información científica, entonces se debe considerar como parte consustancial de su desarrollo integral como docente, el desarrollar un programa que identifique, a través de estos cinco perfiles, cual es la ausencia del mismo. Esa es la necesidad metodológica de dividir el perfil del profesional de la educación.